Por: Albert Sales Campos
Responsable de la Campaña Ropa Limpia-SETEM en Cataluña
El
Grupo Inditex (propietario de
Zara,
Bershka,
Stradivarius,
Pull&Bear y otras marcas de moda de gran éxito comercial) ha anunciado que
destinará más de medio millón de euros a tres programas de desarrollo dirigidos a la mejora de la calidad de vida de tres comunidades vulnerables de
Bangladesh, en el marco de la colaboración solidaria que mantienen con
Cáritas. Sin entrar a discutir el impacto positivo de estos proyectos, vale la pena una reflexión sobre la situación de este país asiático que en pocos años se ha convertido en proveedor de artículos de moda para todo el mundo.
La confección bengalí comenzó a crecer espectacularmente en los años 90. El país presentaba una ventaja importante sobre sus competidores directos: no estaba afectado por las restricciones derivadas de la
Acuerdo Multifibras, un tratado internacional que protegía los mercados europeo y norteamericano de los productos del sureste asiático a través de cuotas a las importaciones. Pero, a pesar de que las restricciones desaparecen en 2005,
Bangladesh sigue manteniendo un creciente nivel de producción que no se justifica, ni mucho menos, por las innovaciones tecnológicas o las buenas infraestructuras. Más bien al contrario: si de algo se quejan las empresas inversoras extranjeras es de la precariedad en las comunicaciones y los transportes.
¿Cuál es el atractivo de este país asiático?
Bangladesh presenta los
salarios y los costes laborales industriales más bajos del planeta. En 2006, después de manifestaciones multitudinarias y fuertes enfrentamientos entre obreros y obreras y dispositivos policiales, el gobierno incrementó el salario mínimo mensual en el sector de la confección hasta llegar a los 1.662,50 Taka (aproximadamente 20 euros). Cuando los trabajadores y las trabajadoras salieron a la calle para protestar por lo que consideraban un incremento insuficiente, la represión fue mucho más intensa y se encarcelaron varios líderes de las organizaciones de personas trabajadoras. Hoy, según las últimas investigaciones de las organizaciones vinculadas a la
Campaña Ropa Limpia (CRL),
una obrera puede llegar a ingresar 34 euros mensuales, si tiene la suerte de que se le paguen las horas extra.
Aunque los precios en Bangladesh sean más bajos que en Europa o EE UU, ONG y sindicatos calculan que el salario que una obrera bengalí debería cobrar para equiparar su capacidad de compra a la de una obrera media occidental, se situaría alrededor de los ocho dólares diarios. Tan sólo para que una obrera y su familia pudieran llegar a llenar la cesta básica, harían falta cerca de ochenta dólares mensuales.
Pero los costes que las inversoras ahorran en Bangladesh no son sólo los salariales. La extrema precariedad de las fábricas y talleres bengalíes ha convertido la industria de este país en una fuente inagotable de
catástrofes laborales. En 2006, un incendio en la fábrica Chittagong mató 50 trabajadoras y trabajadores e hirió a 100 más. El mismo año, el derrumbe del Phoenix Building, acabó con la muerte de 19 personas y con 50 más heridas a las que habría que añadir las trabajadoras de la factoría del Imam Group, que oyeron la explosión y sufrieron las consecuencias de una fuga desordenada de unas instalaciones no preparadas para este tipo de emergencias. Estos son los últimos capítulos de una larga serie que se inicia en los años 80: 12 personas muertas en agosto de 2000 en el incendio de Globe Knitting, 48 personas muertas en noviembre de 2000 en el incendio de Sagar Chowdhury Garment Factory (entre ellas 10 niñas y niños), 24 personas muertas y más de 100 heridas en agosto de 2001 en Macro Sweater, 9 personas muertas y más de 50 heridas en Mayo de 2004 en Misc Complex...
Uno de los casos de hundimiento con más repercusión internacional fue el de la fábrica Spectrum, en las afueras de Dhaka. En el año 2002, el propietario de la fábrica decidió añadir un piso al edificio de 4 plantas. Unos días antes del derrumbe, las trabajadoras advirtieron algunas grietas en las paredes del quinto piso y el 11 de abril de 2005 a la una de la madrugada, todo el edificio cayó. El accidente causó la muerte de 64 personas y heridas a otras 80, aunque la inmensa mayoría de ellas terminaban su jornada "oficial" a las seis de la tarde.
La CRL y las organizaciones locales pudieron averiguar que Spectrum trabajaba para las empresas KardstadtQuelle, Steilmann, New Yorker, Kirsten Mode y Bluhmod, New Wave Group, Scapino, Cotton Group, Solo Invest, Carrefour, así como para el Grupo Inditex. Tras los hechos, las organizaciones de trabajadoras pedían a estas grandes empresas que se implicaran en la creación de un fondo de compensación para las víctimas y sus familias. El fondo de compensación, calculado en 533.000 euros, fue impulsado por Inditex y por la Federación Internacional de Trabajadores del Textil, Vestuario y Cuero (ITGLWF por sus siglas en inglés) en 2005. En abril de 2011, 6 años después de la catástrofe, Inditex desembolsó los últimos pagos a las víctimas. Las demás empresas se desmarcaron de la iniciativa.
La vida de los millones de trabajadores/as de la industria de ropa de Bangladesh sigue saliendo barata a las transnacionales que se lucran de los bajos costos laborales.
Para valorar la filantropía empresarial, debemos ser capaces de ver la pintura completa. Las firmas internacionales exigen a las fábricas productoras una competitividad basada en la reducción a casi cero de los costes laborales y fiscales y en la capacidad para servir los pedidos de forma rápida y flexible. Para ahorrar costes de almacenaje y para no acumular producto que quizá no tenga el éxito esperado, las firmas de moda, de ropa deportiva o las cadenas de distribución imponen además plazos de entrega cada vez más cortos. Como consecuencia, la comercialización de ropa se convierte en un sector dominado por unas pocas empresas transnacionales con miles de fábricas proveedoras que asumen sus draconianas condiciones haciendo pagar los costes reales de esta forma de producir a las trabajadoras.
La firma textil gallega registró un beneficio de 1.732 millones de euros en el 2010, año en el que abrió 437 tiendas; cuenta con 5.044 establecimientos en 77 países. Los programas de cooperación pueden mejorar la calidad de vida de unos miles de personas pero estrategias comerciales de las grandes empresas están empobreciendo y explotando a millones.
Albert Sales Campos
Responsable de la Campaña Ropa Limpia-SETEM en Cataluña.