23 diciembre 2010

‘Las mejores chicas al mejor precio’

Esta semana han empapelado mi barrio con estos anuncios. Estaban en los limpiaparabrisas, en los buzones, grapados a los árboles y pegados a las farolas.



He aquí una repulsiva muestra de una sociedad que se complace sexualmente con la sumisión y la humillación de las mujeres. De unos empresarios que se pueden permitir la infame chulería de producir mensajes como este y seguir ganando dinero.
Es más, estoy seguro de que este mismo anuncio ha sido insertado en algún que otro medio de comunicación en la sección de contactos.

La prostitución, un negocio poco o nada regulado, es ejercida por aproximadamente medio millón de mujeres en España.
La mayoría son inmigrantes y, en no pocos casos, víctimas de mafias y redes de explotación sexual.

No seré yo quien plantee sistemas prohibicionistas que traten a las personas que ejercen la prostitución como delincuentes que deban ser perseguidas o castigadas. Más bien cabría plantearse si la inmensa mayoría de las mujeres que ejercen la prostitución son víctimas (digo mujeres por ser más). Víctimas del tráfico de personas, de redes de explotación, de mafias para el blanqueo de capitales, víctimas de la miseria y la exclusión o víctimas de una sociedad que las utiliza y mira para otro lado.

Ese “vacío legal” perpetúa una situación de total vulnerabilidad, más aún si eres inmigrante y careces de los derechos o las garantías derivadas de “tener papeles”.

Una desregulación que alimenta el hecho de que las mujeres sean utilizadas como esclavas, como mercancía, y que queden indefensas ante una red que las explota y a la que no pueden delatar. En términos empresariales, son “mano de obra” adquirida por un coste bajísimo y que proporcionan una rentabilidad máxima.
Un sistema perverso que, además, puede ofrecer los servicios sexuales de personas que seguramente no lo han elegido, con el reclamo de “Oferta” o “Promoción”.

Una vulnerabilidad que permite, como mínimo, anuncios tan denigrantes como este.

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