Luis Eduardo dice que le gustaría volver a Ecuador. Porque allí su padre era un maestro respetado por el pueblo y aquí —eso no lo dice él pero lo dicen otros niños— un temporero que a veces se queda dormido en el banco del parque junto a una botella de vino. Porque en Loja tiene muchos amigos y aquí, sólo unos pocos ecuatorianos en su misma situación. Porque allí juega a fútbol en un buen equipo y todos le dicen que acabará jugando en el equipo nacional. Pero sobre todo porque aquí no dejan de insultarle, de llamarle maricón por llevar coleta.Un día el profesor pide a algunos de sus compañeros una foto de la comunión. Ellos la llevan a clase sin saber muy bien para qué la quiere. Las muestran orgullosos. Entonces el profesor se las enseña a Luis Eduardo, que no puede evitar reírse.
El profesor le dice que no debe preocuparse por su coleta. Le dice que todas las culturas son extrañas desde fuera.
Los alumnos no entienden las risas de Luis Eduardo. ¿Qué hay de ridículo en comer el cuerpo de Cristo con un precioso traje de marinerito?
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>> Texto: Alberto Torres
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